Pocos problemas suelen provocar más ansiedad a los bancos centrales que el miedo a perder el control de sus propias monedas. En los últimos días ha ocurrido algo que es un ejemplo perfecto de esto. El lunes, el Banco Central de China prohibió las primeras emisiones de monedas tipo bitcoin, lo que provocó que el valor de algunas de estas criptomonedas bajara hasta un 20%. Cada vez hay más inquietud sobre cuánto puede alterar la tecnología los sistemas bancario y de pagos. Este verano, el Comité de Supervisión Bancaria de Basilea y el Foro Económico Mundial han publicado largos informes sobre sus preocupaciones y la situación actual.

Hasta ahora, los grandes ganadores de la nueva tecnología han sido los clientes. Los innovadores de Fintech en la banca han alterado menos la situación de lo que se esperaba porque no han cambiado en gran medida las bases de la competencia en un sector tan regulado, señala el informe del Foro Económico Mundial. En cambio, la tecnología ha mejorado notablemente la atención al cliente y ha reducido considerablemente el coste de los pagos. Pero aparte de la resistencia a los ataques cibernéticos, hay tres preocupaciones generales.

La primera es si los nuevos operadores debilitarán a los bancos, que han dedicado mucho tiempo y esfuerzos a ser seguros. En pocas palabras, ¿los bancos serán devorados por servicios y empresas como Amazon? Los banqueros solían pensar que la regulación haría que los servicios financieros fueran menos atractivos para las nuevas empresas. Pero ahora de repente se han dado cuenta de que sus rivales no bancarios pueden operar en las áreas más rentables y llevarse la mejor parte del pastel, reduciendo así la rentabilidad de los bancos regulados.

La segunda es si la importancia de los bancos disminuirá a medida que más préstamos no estén sujetos al perímetro regulador. Desde 2009, partes del negocio han pasado de los bancos a las gestoras de activos. Se han recaudado más de 600.000 millones de dólares para financiar la deuda privada, según la empresa de datos de mercado Preqin. Como resultado, los políticos están dedicando más tiempo a analizar el sector no bancario. La creciente dependencia de los bancos de las grandes empresas tecnológicas para gestionar su infraestructura también ha hecho que los políticos se planteen la cuestión de quién es sistémicamente importante.

La tercera es si los bancos centrales perderían el control de los pagos si las emisiones privadas de monedas de tipo bitcoin despegaran. La emisión de monedas es un negocio lucrativo, ya que los bancos centrales se embolsan la diferencia entre el coste de emitir una moneda o un billete y su valor nominal.

Los bancos centrales también temen que disminuya su capacidad para controlar los sistemas de pagos. Dada la lucha mundial contra el terrorismo y el crimen organizado, esta es una preocupación importante. En un caso extremo, los bancos centrales temen que incluso podían perder el control de la oferta monetaria.

Hasta hace poco, los políticos no se habían preocupado demasiado por las criptomonedas: ofrecían pocos beneficios como moneda, aparte de los inherentes a que esconden sus huellas. No son una «reserva de valor», como demostró la caída del lunes. No son ampliamente aceptadas como un medio de intercambio de dinero útil. Y las monedas digitales no han resultado ser tan seguras como se decía: han sido objeto de ataques cibernéticos varias veces en los últimos 12 meses.

Pero a medida que crezcan, cabe esperar que más banqueros centrales intenten ilegalizarlas o restringir su uso, sobre todo en los mercados que están preocupados por la fuga de capitales y el crimen organizado. Esto no detendrá a los especuladores y a sus defensores, pero limitará su potencial para crear los poderosos efectos de red que harían de ellas unas monedas paralelas útiles.

Pero tal vez estas preocupaciones deberían llevar a los bancos centrales a hacer que sus propias monedas sean más atractivas. Está claro que protocolos más eficientes para los pagos electrónicos ayudarían a ello y que hay mucho que aprender de la tecnología bitcoin. Pero además esta es otra razón por la cual el Banco Central Europeo, el Banco de Japón y otros deberían considerar poner fin a su peligroso experimento de los tipos de interés negativos más pronto o más tarde.

(El autor del artículo es director mundial de estrategia de Schroders y miembro del grupo Fintech del Foro Económico Mundial).

 

FUENTE: EXPANSION

NOELIA MARIN